Por: ANDRÉS SANTAMARÍA GARRIDO. Director/Cofundador RECON, la red más grande de emprendedores sociales de Colombia.
¡Hola, queridos niños y niñas aventureros! Hoy les traigo una emocionante historia que nos enseñará sobre el emprendimiento social, la innovación, la democracia, el liderazgo y cómo todos ustedes pueden hacer una diferencia en el mundo. Así que, siéntense cómodos y prepárense para embarcarse en esta maravillosa aventura.
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, donde vivían niños y niñas con grandes sueños y corazones llenos de bondad. En este lugar mágico, todos tenían una voz y podían participar de la toma de decisiones juntos. ¿Cómo lo hacían? A través de algo llamado democracia.
La democracia era como un juego en el que cada niño y niña tenía un voto. Juntos, tomaban decisiones sobre las cosas que afectaban a su comunidad, como qué actividades hacer en el parque, cómo ayudar a los animales y cómo mejorar la escuela. Todos podían expresar sus ideas y ser escuchados.
En este pueblo, también había un grupo de amigos llamados Los Emprendedores de la Bondad. Ellos sabían que podían hacer cosas maravillosas si trabajaban juntos y utilizaban su creatividad e imaginación. Cada uno de ellos tenía habilidades especiales: había un pequeño científico que inventaba cosas sorprendentes, una niña con un gran corazón para ayudar a los demás, un líder nato y una niña con una voz poderosa.
Un día, se dieron cuenta de que podían combinar sus talentos y trabajar en un proyecto especial. Decidieron construir un refugio para los animales abandonados en su comunidad. Había muchos perros y gatos sin hogar, y querían asegurarse de que todos tuvieran un lugar seguro y amoroso donde vivir.
Los Emprendedores de la Bondad comenzaron a planificar y a recolectar materiales. El pequeño científico creó diseños para el refugio, mientras que la niña con gran corazón organizaba eventos para recaudar dinero. El líder nato se aseguraba de que todos estuvieran motivados y trabajaran en equipo, y la niña con la voz poderosa hablaba con los adultos para obtener su apoyo.
Con cada paso que daban, el pueblo de Alegría se emocionaba y se unía. Todos querían ayudar de alguna manera. Algunos donaban comida y mantas, otros ofrecían su tiempo como voluntarios. ¡Incluso la tienda de juguetes del pueblo donó una parte de sus ganancias para ayudar en el proyecto!
Después de mucho trabajo y dedicación, el refugio para animales finalmente se completó. Era un lugar acogedor y cálido, con camas suaves y juguetes divertidos para los animales. Los Emprendedores de la Bondad se sintieron orgullosos de su logro, pero también se dieron cuenta de que esto era solo el comienzo.
Decidieron emprender, creando un negocio a través de la venta de comida, artículos, juguetes y medicinas para mascotas. Con las ganancias obtenidas, financiarían el funcionamiento del refugio y no dependerían únicamente de donaciones y del buen corazón de los habitantes de Alegría, crearon el primer emprendimiento social de su pueblo. Los Emprendedores de la Bondad se convirtieron en pequeños empresarios con un propósito claro: utilizar los recursos generados por su emprendimiento para seguir ayudando a los animales y promoviendo el bienestar en su comunidad.
Al ver su éxito se dieron cuenta que esa capacidad de innovación y creatividad se podría replicar para atender a otros problemas sociales y ambientales, por eso empezaron a compartir su experiencia con otros niños y niñas, para inspirarlos a emprender acciones en sus propias comunidades. Organizaron un evento especial donde contaron su historia y enseñaron sobre el emprendimiento social, innovación, democracia y el liderazgo.
Después de escuchar la historia, los niños y niñas presentes estaban llenos de entusiasmo y se dieron cuenta de que también podían marcar la diferencia. Comenzaron a formar grupos y a planificar sus propios proyectos, desde limpiar los parques hasta ayudar a los ancianos en el vecindario.
La magia de la democracia y el emprendimiento social se extendió por todo el pueblo de Alegría y más allá. Los niños y niñas se convirtieron en líderes de sus propias vidas y comunidades. Descubrieron que, incluso siendo pequeños, podían hacer grandes cosas cuando se unían y perseguían sus sueños con pasión.
Así que, queridos niños y niñas, recuerden que ustedes también pueden ser emprendedores de la bondad. No importa cuán pequeños sean, sus ideas y acciones pueden marcar la diferencia. ¡Imaginen un mundo lleno de amor, amistad y aventuras, y trabajemos juntos para hacerlo realidad!
¡Nunca subestimen el poder que tienen dentro de ustedes! Sigamos explorando, aprendiendo y haciendo del mundo un lugar mejor. ¡La aventura del emprendimiento social, la innovación, la democracia, el liderazgo y la inspiración espera por ustedes!
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